El cambio climático se ha convertido en uno de los mayores desafíos a los que la población se debe enfrentar en este siglo. Dentro de todos los sectores de la sociedad, la construcción, y en concreto, la industria del hormigón, tienen un papel clave a la hora de afrontar esa transición hacia una economía baja en carbono.
La importancia del cemento la encontramos en tres razones fundamentales. La primera de ellas es que se trata de un material fundamental dentro del campo de la edificación y que por ahora no tiene sustituto. En segundo lugar, su componente principal, el cemento, es el material más utilizado del mundo, tras el agua. Por último, el hormigón es capaz de absorber un 50% del CO2 que se emite durante su proceso de producción.
Esto ha llevado a adoptar nuevas soluciones y métodos innovadores que contribuyen a reducir emisiones y alcanzar mayores índices de sostenibilidad. También a la cooperación con gobiernos, organizaciones no gubernamentales y organismos multilaterales por parte de los principales actores de este sector.
Un ejemplo de esta apuesta es Wallex, sistema constructivo industrializado offsite, cuya fachada y estructura está formada por elementos prefabricados de hormigón de altas prestaciones. Y es que la compañía aprovecha las oportunidades que le ofrece su proveedor CEMEX para reducir emisiones durante todo el ciclo de vida de este producto: producción, entrega, reciclaje y reutilización del material. De hecho, esta empresa ha logrado reducir en 2020 un 23% sus emisiones netas de CO2 por tonelada de cemento frente a los niveles de 1990. Unos estándares que tiene previsto duplicar de cara a 2030.
Estas cifras demuestran que es posible poner en marcha diferentes tecnologías y palancas técnicas, especialmente en el proceso de producción de cemento, que ayuden a reducir la emisión de CO2. Los expertos de CEMEX y Wallex explican las principales:
Desarrollo de nuevos tipos de clínker y cementos con menor huella de carbono y mayor reactividad
Utilizando sustitutos del clínker, ingrediente principal con el que se fabrica el cemento, como escorias de alto horno, cenizas volantes, piedra caliza y otros minerales puzolánicos, se consigue reducir la huella de carbono del cemento e incrementar su reactividad. En concreto, apostando por esta opción, sería posible disminuir las emisiones entre un 20% y un 30%.
Incremento de la eficiencia energética durante el proceso de fabricación
La fabricación de cemento sigue suponiendo un alto consumo de energía. Por ello, ya se están poniendo en marcha nuevas soluciones (hornos especiales, precalcinadores de alta eficiencia, etc.) que permiten incrementar los ahorros en este sentido, y que, por consiguiente, contribuyan a la transición a una economía baja en carbono.
Aumento del uso de combustibles alternos
Una palanca clave en la reducción de emisiones en los procesos de combustión es el uso de combustibles alternos procedentes de residuos (industriales, sólidos urbanos, biomasa, neumáticos, etc.), en sustitución a los combustibles fósiles ordinarios, como el carbón o el coque de petróleo.
Maximización del uso de energías renovables
Las emisiones indirectas, relacionadas con la electricidad consumida por las fábricas, son igualmente una gran oportunidad para reducir el impacto ambiental. De ahí que cada vez se apueste más por la aplicación de fuentes de energía renovable (solar, eólica, biomasa…) durante el proceso de producción.
Disponibilidad de sumideros naturales de carbono
Estos sumideros, al absorber más carbono del que expulsan, desempeñan un gran papel en la reducción de la concentración total de CO2 en la atmosfera. Por ello, algunas empresas del sector del hormigón están optando por apoyar y regentar reservas de este tipo, con el objetivo de revertir las emisiones que provoca la producción de cemento.
Uso de tecnologías de reducción, captura, utilización y almacenamiento de carbono
Según la Asociación Europea de Cemento, CEMBUREAU, para 2050, el 42% de las reducciones de emisiones de CO2 se logrará mediante la captura, el almacenamiento y la utilización de carbono. Esto ha llevado a que ya se hayan puesto en marcha varias iniciativas públicas y privadas basadas en el desarrollo de nuevas tectologías en este sentido.