En ocasiones la realización de determinadas obras trae consigo ciertos problemas a localidades cercanas a ellas, sobre todo. Es lo que pasó le pasó a la localidad italiana de Curon, situada en el Tirol del Sur en la zona de Val Venosta y que fue tragada literalmente por el agua hace más de 70 años cuando se construyó el lago artificial Lago Reschen, un pueblo del que sólo queda en pie la torre de su iglesia que sobresale del agua majestuosamente para recordarnos que ahí hace algunos años existió un reducto de vida.
La idea principal del proyecto no era la de inundar el pueblo de Curon, sino la de crear un lago artificial de unos 5 metros de profundidad, pero finalmente el proyecto se modificó y se apostó por crear uno con 22 metros de profundidad que unieran dos lagos naturales. Este cambio en el diseño provocó que varios pueblos fueran tragados por el agua, siendo uno de ellos Curon, cuyos habitantes tuvieron que resignarse y abandonar el sitio donde habían estado viviendo.
De las 150 viviendas que formaban parte del pueblo, la única que sigue en pie es la torre de la iglesia, que ha sido protegida por el Departamento de Bellas Artes. En 2009 terminaron los trabajos de restauración de la estructura, reparando grietas que habían aparecido por la filtraciones del agua.
Como curiosidad, en los meses de invierno, el lago se congela permitiendo a las personas poder acercarse hasta la base al encontrarse relativamente cerca de la orilla. Una imagen única que mucha gente aguarda cada año.
También corre una leyenda en la que se dice que en los meses de invierno, se oye replicar las campanas de esta iglesia, pero estas desaparecieron de la estructura hace muchos años.
Vía: Ruta-33