Tras la celebración de la sesión profesional «Espacios para el arte, desde la arquitectura a lo inmaterial. Reflexiones sobre el lugar», Es Baluard Museu d’Art Modern i Contemporani da a conocer sus conclusiones. Este evento tuvo lugar el pasado 14 de diciembre, con el objetivo de avanzar en las propuestas planteadas por el colectivo Formatting Architecture dentro del contexto de la Carte Blanche al Complejo cultural «Invisible».
En el encuentro, presentado y moderado por Toni Gelabert y Néstor Montenegro, de FormattingArchitecture, y Nekane Aramburu, directora de Es Baluard, participaron Carles Guerra, director de la Fundació Antoni Tàpies, Elena Ruiz, directora del MACEy los arquitectos Joana Canet, Carmelo Rodríguezy Guillem Aloy entre otros profesionales.
Plataforma de visibilidad
Con este conjunto de conclusiones, el museo propone configurar una plataforma de visibilidad sobre las nuevas cuestiones que emergen respecto a la construcción o deconstrucción de los lugares para la práctica artística contemporánea, dando lugar a reflexiones sobre los lugares en los que éste se percibe y se crea.
El punto de partida de la sesión empezó con la pregunta «¿Arquitectura? Los espacios para el Arte y la Creación». Se planteó como una jornada a puerta cerrada de debate sobre los espacios para el arte, desde el museo como zona conocida hasta los nuevos contextos como lugares inexplorados. Todo ello asumiendo la crisis planteada por la cuestión “¿qué espacio, para qué arte?”.
El objetivo fue conocer diferentes puntos de vista, así como dar lugar a una colección de textos que sirvan para dar continuidad al proyecto «Invisible. Carte Blanche al Complejo cultural de Es Baluard», en su voluntad de redefinir los parámetros de los espacios y no-espacios que albergan proyectos artísticos, colecciones y producciones creativas.
«Espacios para el arte, desde la arquitectura a lo inmaterial. Reflexiones sobre el lugar» ha contado con la colaboración de Radio 3. Fluido Rosa, Fundación Arquia y los hoteles Hotel Hostal Cuba, Hotel Costa Azul y Palau de Congressos de Palma.
Nekane Aramburu, directora de Es Baluard
Uno de los principales aspectos que se abordaron fue el cuestionar porqué desde lo público y lo privado se mantiene aún la necesidad de generar más contenedores culturales cuando lo necesario ahora es repensar aquellos que están en activo y valorar tanto la reactualización de sus espacios con los nuevos programas que las prácticas artísticas actuales, su conservación y mediación con los públicos precisan. Los programas de necesidades, como la creación cambian muy rápidamente con lo cual los espacios deben ser flexibles y permeables a ellos. También es necesario tener en cuenta el mantenimiento y la obsolescencia de las infraestructuras que como cualquier otra construcción deben actualizarse.
Pensarlo desde la sostenibilidad tanto en su funcionamiento como desde un impulso de buenas prácticas medioambientales son factores fundamentales hoy en día.
Reivindicamos que los programas de necesidades se hagan desde las bases de la propia creación y las demandas de la sociedad, desde la horizontalidad y no desde decisiones verticales ajenas a lo real.
El segundo tema clave fueron las burbujas urbanísticas en el centro de la ciudad y las problemáticas del turismo y la gentrificación que de ellos se derivan.
Hay que pensar museos y centros de arte, la mayoría ubicados en lugares estratégicos dentro de los núcleos urbanos, como espacios de construcción de vínculos. Los contenedores del arte en la ciudad, son un refugio, el lugar donde acontece el drama y la liturgia de la creación.
El museo tiene que generar lugares de intercambio. En su flexibilidad, está su futuro. Se reivindicó el hacer barrio, trabajar la sensibilidad inherente al ser humano. Frente a la pertinencia o necesidad de lo neutro en la construcción o las restricciones patrimoniales en la rehabilitación, se incidió en implementar fórmulas para la accesibilidad y la circulación entre lo público- privado intentando una política de proximidad.
Toni Gelabert, Colectivo Formatting y responsable de la Carteblanche «Invisible»
Espacios para el arte, desde la arquitectura a lo inmaterial. Reflexiones sobre el lugar
¿Cuál debe ser la relación entre el Museo, como contenedor de Arte, y la ciudad en la que se emplaza?
- Es fundamental que el museo tome una posición sobre su definición en la dicotomía espacio público-espacio privado.
- En relación a lo anterior, el espacio del museo impone unos códigos de comportamiento que de alguna forma responden al espacio. Incluso a su monitorización.
- La educación, como forma de mediación con el contexto, ha de resultar fundamental en la construcción del espacio del nuevo museo.
- El museo atiende a ‘lo desprestigiado’ como lugar de oportunidad, también en su forma de relación con la ciudad y con su contexto inmediato de barrio.
- “El espacio del museo es toda la ciudad”. Y es fundamental buscar la forma de ‘injertar’ el museo en ella. Se debe construir un relato de relación entre el museo y la ciudad en la que se emplaza, poner en valor la herencia recibida, conquistar esa herencia.
- La relación del museo con el exterior ha de ser entendida como compleja. Es multinivel: climática, con el visitante, con el artista y su obra.
- El museo debe dejar de ser el espacio que encierra el Arte y libera a la ciudad -y a sus flujos, entregados a la generación de capital- del cuestionamiento que el Arte puede introducir en esos flujos.
- Los museos daneses como referente. P. ej. LouisianaMuseum en Humlebaek.Sobre la estabilidad del espacio del museo
- La estabilidad ha sido imprescindible en un museo conceptualizado como custodio, pero la mutabilidad es condición indispensable hoy.
- Debemos concebir el espacio del museo como lugar reactivo, como lugar capaz de gestionar con eficacia la relación entre lo estable y lo incierto.
- Incluso se pone en crisis la concepción del museo como espacio climáticamente estable en su totalidad.
- La inestabilidad también en relación a los flujos descompensados de usuarios en el museo (en distintas épocas del año, en diferentes franjas horarios, en cambios climatológicos). El espacio ha de tener la flexibilidad para adaptarse a esos cambios.
- El museo ya no aloja exposiciones sino proyectos, que trabajan con el espacio del museo (y sus particularidades) como valor que ha permitido superar la necesidad de lo neutro.
- El reconocimiento del espacio del museo puede hacerse en aproximaciones sucesivas y no necesariamente solo humanas. Para ello es necesario que sea un lugar de libertades.
- ¿Cuál puede ser el espacio de lo virtual en la construcción del museo? ¿Podemos redefinir a través de esa nueva relación el vínculo del visitante con el archivo?
- El museo debe poner en movimiento, debe generar flujos de interior a exterior. Debe convertirse en el espacio del desequilibrio.
- Considerar la existencia de un gabinete de auditoría y acción permanente sobre el espacio. Para actualizarlo, repararlo…
El museo como dispositivo, como lugar de despliegue. El lugar del vínculo.
Un lugar en el que se establezcan negociaciones constantes con el espacio.