martes, 23 diciembre, 2025
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Todo lo que se debe tener en cuenta antes de empezar un proyecto de construcción

Poner en marcha un proyecto de emoción requiere de todo un proceso para que todo salga lo mejor posible y se caiga en el menor número de errores posible, que al final, lo único que hace es retrasar todo el proceso. La realidad, es que una obra no empieza el día en el que las máquinas inician los trabajos, sino mucho antes cuando se plasma la idea en los planos, se empieza a pedir presupuesto de los trabajos o contratar una seguridad para empresas con la que estar tranquilos todo el proyecto.

Para evitar sustos, conviene repasar con calma todo lo que hay que dejar atado antes de abrir la valla. Estos son los puntos más importantes.

Definir el alcance real del proyecto

Parece obvio, pero es el origen de muchos problemas. ¿Qué incluye el proyecto y qué no? ¿Qué calidades se esperan? ¿Qué partes se dejan para una fase posterior?

Tener todo bien definido evita discusiones típicas: “yo entendía que esto venía incluido”, “eso no estaba en el presupuesto”, “esto lo cambiamos sobre la marcha”. Cuanto más claro sea el documento inicial, más fácil será controlar tiempos y costes.

Presupuesto con margen y con partidas separadas

Uno de los aspectos más importantes en un proyecto de construcción es conocer el presupuesto de este. Aquí lo más recomendado es tenerlo por partidas, reservando un margen para posibles imprevistos, algo que suele ser muy habitual en el mundo de la construcción.

Ese margen que reservamos nos puede servir como una forma realista de proteger el proyecto para no tomar decisiones malas cuando aprieta el calendario.

Permisos, licencias y normativas

Antes de empezar, toca revisar la situación legal y administrativa. Dependiendo del tipo de proyecto y del municipio, puede hacer falta licencia de obra, comunicación previa, proyecto visado, estudio de seguridad y salud, gestión de residuos, ocupación de vía pública, etc.

La parte pesada es que cada administración tiene sus tiempos. La parte importante es que, sin los permisos correctos, una obra puede pararse, recibir sanciones o complicar el final.

Elección de la empresa que realizará el trabajo

Aquí se decide gran parte del éxito. No se trata únicamente de buscar un constructor, sino de formar un equipo que funcione: técnico redactor del proyecto, dirección de obra, coordinador de seguridad y contratista principal.

En la práctica, conviene comprobar tres cosas: experiencia en proyectos similares, solvencia (económica y operativa) y forma de trabajar. Una empresa muy barata que no tiene estructura, personal o proveedores fiables puede convertir la obra en un carrusel de retrasos.

Planificación: calendario realista

Una obra es una cadena. Si falla un eslabón, se retrasa todo. Por eso el plan debe contemplar:

  • Fechas realistas de cada fase.
  • Tiempos de entrega de materiales
  • Coordinación de gremios (instaladores, carpinteros, pintores, etc.).
  • Puntos de control y revisiones.

Además, es importante acordar cómo se gestionan los cambios: quién aprueba, en cuánto tiempo y cómo se presupuestan.

Seguridad en obra: prevención, accesos y control

En una obra hay riesgo para las personas y también para el proyecto: robos, vandalismo, accesos no autorizados o daños en materiales. A esto se suma que muchas obras están en lugares poco vigilados por la noche o en fines de semana.

Por eso, además de la prevención de riesgos laborales, conviene planificar la protección del recinto: vallado, iluminación, control de llaves, registro de entradas y salidas, y medidas para evitar pérdidas de material.

En este punto entran los sistemas de videovigilancia para construcciones, que se han vuelto especialmente útiles cuando hay maquinaria, herramientas o materiales de valor en la obra. No solo ayudan a disuadir; también aportan evidencias si ocurre un incidente y permiten supervisar zonas sensibles. Integrarlos desde el inicio suele ser más fácil que improvisarlo cuando ya ha habido un problema.

Comunicación y control: reuniones, partes y documentación

Un proyecto bien gestionado se apoya en una rutina de control. Reuniones semanales (o quincenales), actas con decisiones, seguimiento de certificaciones y un canal claro para incidencias. De esta forma, nos garantizamos que todas las etapas se van cumpliendo según el planning establecido, y de no ser así, adoptar las medidas necesarias para sacar el proyecto adelante.

A la hora de empezar una obra, hay que tener en cuenta que la improvisación es mala aliada. Tener todo planificado y claro todo el proceso, es fundamental para conseguir llevar el proyecto a buen puerto de la mejor forma posible.

angel
angel
Me encanta la informática y todo lo relacionado con el mundo de la programación. También soy un amante de la lectura y me puedo tirar horas y horas pegado a un libro. La arquitectura es otra de mis aficiones, sobre todo los edificios impactantes y que rompen con lo tradicional.
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